En muchas ocasiones, la vida llega a presentarnos importantes desafíos. De primera impresión, algunos podrían parecer imposibles, pero con la información necesaria y el apoyo correcto, representarían un aprendizaje muy valioso y permanente.
Ese es justo el caso de un cuidador. Se haya preparado o no para convertirse en uno, lo cierto es que siempre habrá un reto más por superar. La gran constante es algo de lo que te hablaremos hoy: responsabilidad.
Al convertirte en cuidador, ciertamente muchas cosas cambian en la vida. Sin embargo, dentro de esta labor existen responsabilidades que nos corresponden y algunas que no deberían. Sigue leyendo para conocer más al respecto.
El rol que desempeña un cuidador de pacientes
Hacerse cargo de una persona con ciertas necesidades es justo uno de esos importantes desafíos de los que hablábamos al comienzo.
Un cuidador se ocupa de la salud y el bienestar de alguien que requiere de apoyo con las tareas y actividades diarias.
Estas necesidades varían según el tiempo, la situación y el problema a resolver. Por ejemplo, existen cuidadores que pueden acompañar a pacientes durante la recuperación de una lesión o cirugía, problemas de movilidad o memoria, o incluso enfermedades crónicas que requieren de un apoyo más constante y presente.
Por supuesto, su labor implica una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo hay que distinguir aquello que definitivamente no corresponde al cuidador y debe escalarse a otras personas/instancias.
Lo que SÍ es tu responsabilidad
Llevar un registro de necesidades médicas
El cuidador es algo así como el brazo derecho de un paciente. Sobre sus hombros descansan responsabilidades relacionadas con citas médicas, control y administración de medicamentos, así como necesidades adicionales según cada adulto, como el baño, la movilidad, la comida, la ropa y la higiene en general.
Acompañar al paciente
Cuidar es mucho más que estar al pendiente de las necesidades de un enfermo. Paciente y cuidador son, ante todo, compañeros. Y como tales, tienen la gran oportunidad de acompañarse, escucharse y fortalecer el vínculo que los une.
Mantener comunicación con el resto de los involucrados
Si bien cuidador y paciente trabajan de la mano, claramente existen otras personas en quienes hay que apoyarse. Nos referimos por supuesto a médicos, enfermeros, fisioterapeutas y familiares. Todos ellos seguramente se encargarán de decisiones importantes en torno al adulto, como seguimiento a su salud, ergonomía, gastos y atención en general.
Evaluar el trabajo realizado por todos los involucrados
En los ojos del cuidador se encuentra el verdadero filtro para saber si el plan de acción echado a andar está funcionando o no. Conforme van cambiando las circunstancias, nadie como el cuidador para hacer saber a los demás si el paciente ha estado respondiendo al tratamiento indicado, si ha necesitado apoyo con algunas tareas extra o incluso cómo lo percibe anímicamente. Su percepción durante todo el proceso es fundamental.
Lo que NO es tu responsabilidad
Renunciar a tu vida por cuidar al paciente
¿Has cancelado algún compromiso personal por quedarte a cuidar a tu paciente? ¿Sientes temor a dejar que alguien más lo cuide y no lo haga correctamente? Siempre habrá quien pueda ayudarte, aunque sea por tiempos mínimos. Si alguien se ofrece a cuidar a tu paciente al menos por media hora, acepta su propuesta y aprovecha ese tiempo para salir, respirar, hacer algo que te gusta y, por supuesto, dormir un poco.
Asumir el cuidado total y permanente del paciente
El adulto, como todas las personas, también tiene una familia y un círculo cercano de personas en quienes puedes apoyarte para que te permitas descansar. Cuidar de alguien más no significa tener que renunciar a la vida personal. Poner tu salud por debajo de la de tu paciente es condenarte a estar y sentirte mal procurando que alguien esté y se sienta bien.
Tener que resolver todo tú solo
Tú cuidas a tu paciente, pero ¿quién te cuida a ti? Busca apoyo profesional, en psicólogos, médicos y especialistas. Se vale bajar las armas y dejarse ayudar por quienes están preparados para hacerlo.
El arte de cuidarse a sí mismo para cuidar a los demás
En este espacio, siempre hemos insistido en la importancia de cuidar de sí mismos. Ningún cuidador podrá hacer bien su labor si su propia calidad de vida está siendo afectada.
Como cualquier otra ocupación, los cuidadores también necesitan tiempo para sí mismos. Siempre que te sea posible pide ayuda, habla, descansa y capacita a otras personas para hacer tus labores.
Desde aquí, en Vida de Cuidador, reconocemos tu esfuerzo y lo mucho que tu trabajo está haciendo por el bienestar de alguien más, lo cual es uno de los más loables actos de amor.