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10 pasos para aumentar la resiliencia como cuidador

Como cuidador, estamos seguros de que tienes una gran cantidad de anécdotas vividas junto a tu paciente. Quizá momentos memorables, otros incluso chuscos, pero también otros en los que tuviste que pensar rápido y solucionar un problema inesperado.

Eso es justamente la resiliencia, la capacidad de superar los momentos difíciles en la vida. Al ser responsable de un adulto mayor, sabemos que tu capacidad para solucionar problemas está más que probada. Pues es hora de llevarlo a un siguiente nivel.

En este texto, te mostramos 10 pasos que pueden servirte para aumentar la resiliencia siendo el cuidador de una persona mayor.

La importancia de la resilencia

La vida cambia constantemente. Y a veces, el instinto de supervivencia nos ayuda a adaptarnos a una nueva realidad. Con el debido trabajo mental, algunas personas que han atravesado un momento difícil pueden ver en esta situación un aprendizaje; es decir, hacen una re-lectura del acontecimiento vivido.

¿De qué depende? Justamente de la resiliencia, esa fuerza motivadora que viene incorporada en cada ser humano. Sólo hay que reconocerla para luego comenzar a potencializarla.

Entendemos por resiliencia el proceso de saber resolver y adaptarse a la adversidad que puede representar un problema familiar, personal o social, y salir fortalecido de la situación.

Como cuidador, en muchas ocasiones, seguramente has tenido que hacer uso de la resiliencia, sólo que quizá no te has dado cuenta. Ahora imagínate hasta dónde puedes llegar si lo haces con plena conciencia.

10 pasos para un cuidador resiliente

  1. Infórmate. Seguramente, existen cada vez más noticias y estudios en torno a la enfermedad que padece el adulto mayor que cuidas. Mientras más documentado estés, podrás hacer mejor frente a cualquier eventualidad que ocurra.
  2. Anticípate. Ve un paso adelante en cada situación. Ten siempre a la mano números telefónicos, direcciones, medicamentos y hasta una bolsa lista para llevar por si hay que actuar rápido ante alguna situación. Mientras más preparados, mejor.
  3. Conócete. Descubre quién eres y cuáles son tus capacidades. En terapia psicológica, todo el tiempo veo gente que ignora el potencial que tiene y lo descubre sólo hasta que se sumerge en sí mismo. Una persona que sabe quién es, tiene muchas más herramientas a su servicio para saber cómo actuar, sobre todo si ocurre una emergencia.
  4. Quiérete. Te caracterizas por cuidar de otros, pero ¿y a ti quién te cuida? Consiéntete, aplaude tus logros y no seas la primera persona en minimizarlos. Con el mismo esmero que procuras a tu adulto mayor, procúrate a ti también.
  5. Contrólate. El autocontrol es básico en un cuidador. Ante una situación de emergencia, no permitas que las emociones te dominen (de ahí la importancia del autoconocimiento). Respira, serénate y actúa.
  6. Confía. Si ocurre una adversidad relacionada con tu adulto mayor, piensa siempre que estás tomando la mejor decisión. Cuando hay que pensar rápido, no hay tiempo para la duda.
  7. Muévete. Haz una relectura de las crisis, considera sus aprendizajes y abraza el cambio. Si las circunstancias en torno a tu paciente se transforman, muévete con ellas. Recuerda: “Lo único que no cambia es que todo cambia”.
  8. Sonríe. Una buena actitud hace la diferencia. El sentido del humor no solo te hace bien a ti, sino también a tu paciente. Rían cuantas veces les sea posible.
  9. Concéntrate en tu labor como cuidador. Comprométete con tu adulto y su bienestar, y da tu máximo esfuerzo. Tu paciente lo notará.
  10. Ocúpate. Por fortuna, la vida también es distracción, descanso y esparcimiento. En tu tiempo libre, ve al cine, sal con amigos, haz meditación. No te lleves a la cama ningún problema relacionado con tu labor de cuidador. Recuerda: “Ocuparse, no preocuparse”.

Caer de pie

“No es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa”, dice una frase. Y esa es justamente la esencia de la resiliencia.

Sabemos que, como cuidador, te ha tocado hacer uso de esta capacidad recurrentemente y esperamos que estas recomendaciones te hagan llegar aún más lejos, pues tu labor y tú saldrán beneficiados.

La resiliencia es tu aliada y, teniéndola de tu lado, juntos pueden ser los mejores guardianes para estar al cuidado de ese adulto mayor, quien, estamos seguros, reconoce esa capacidad en ti.

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