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Despedirte de quien tanto cuidaste… hablemos del duelo anticipado

Carlos era un paciente mío cuyo entusiasmo contagiaba a los demás. Y canalizaba toda esa buena energía en lo que más amaba hacer en la vida: ser enfermero.

Lo hacía con pasión, desde rehabilitar a alguien que había sufrido un accidente hasta asistir a quien se había fracturado una pierna. Y se alegraba cuando sus pacientes evolucionaban lo suficiente como para continuar sus vidas.

Pero recuerda con dolor el caso de un hombre con cáncer terminal al que atendió por mucho tiempo hasta que falleció. Y aunque siempre supo lo que pasaría, una parte de él pensaba que, si lo cuidaba lo suficientemente bien, su paciente libraría la enfermedad.

El caso de personas como Carlos nos habla de la realidad que viven ciertos cuidadores, algo que los especialistas llaman ‘duelo anticipado’. ¿Quieres saber qué es, pero sobre todo, cómo trabajarlo?

Prepararse para lo inevitable: ¿Qué es el duelo anticipado?

La situación que vivió Carlos junto a su paciente con cáncer aún le pesaba. No sólo por la pérdida como tal, sino porque la familia cerró filas y ni siquiera le avisó dónde se realizaría el funeral. “Me hubiera gustado ir para despedirme. Él confiaba mucho en mí”, me llegó a contar.

El duelo anticipado es el proceso de asimilación en torno a una pérdida que, en este caso, comienza antes de que ocurra la propia pérdida.

Y es que a lo largo de nuestra vida experimentamos duelos que pueden marcarnos en mayor o menor medida.

Por ejemplo, podemos perder:

  • A una persona (un familiar, la pareja, un amigo, un compañero de trabajo).
  • Un empleo (un cargo, un sueldo o incluso cuando llega el momento de jubilarse).
  • Una etapa de la vida (pasar de la escuela a la vida laboral, o cuando los hijos inician sus vidas).
  • Algo preciado (un objeto, un bien material tras un percance, la salud luego de un diagnóstico).

Se sabe que, cuando alguien cae enfermo, casi siempre toda la atención se vuelca en la persona, y muy pocas veces se voltea a ver cómo está la situación física y emocional de quien lo atiende.

Pues pasaría algo similar cuando el paciente muere: el duelo del cuidador suele recibir poca atención, a pesar de que durante los últimos días de vida es quizá con quien más contacto tuvo y más lazos afectivos llegó a desarrollar.

Tras la pérdida, el cuidador puede llegar a sentir:

  • Dolor: Durante el tiempo que se asistió al enfermo, seguramente se crearon y reforzaron lazos afectivos y de ahí que sea esperable experimentar tristeza.
  • Alivio: Algo perfectamente comprensible y válido, porque bien sabes que el peso y la responsabilidad de quien cuida puede llegar a ser apabullante.
  • Culpa: Puede ser por experimentar justamente ese alivio, o por creer que como cuidador no se hizo lo suficiente para ‘salvar’ a la persona.
  • Conflicto sobre el futuro: Después de meses (a veces años) de cuidar a un ser querido, ¿qué hacer? ¿a qué dedicarse? Por eso siempre insistimos en la importancia de hacer un equilibrio entre tu trabajo como cuidador y tus actividades personales (empleo, amigos, tiempo de ocio, descanso).

Etapas

Hay que dejarlo claro: el duelo NO es una enfermedad; es un proceso. Y como tal, puede atravesar diferentes etapas. Aunque varían según cada autor, a grandes rasgos coinciden en las siguientes:

  • Negación. Se experimenta conmoción e incredulidad ante el hecho. Hay desconcierto y un sentimiento de irrealidad que puede dificultar tomar decisiones.
  • Ira. Sentimientos de rabia y resentimiento resultado de la frustración ante ya no poder hacer algo. Se buscan culpables y hay un enojo generalizado tanto hacia personas como hacia objetos o a Dios.
  • Tristeza. Se caracteriza por sensaciones de vacío y malestar, así como una falta de incentivos para continuar viviendo. Puede acompañarse de aislamiento, cansancio y melancolía.
  • Aceptación. Es una resignificación en torno a la pérdida. Se aprende a seguir viviendo, a retomar actividades y hay sensaciones más constantes de alegría y placer.

¿Cómo trabajar el duelo anticipado?

  • Acude a terapia. Un especialista en salud mental puede darte contención en este proceso. No tienes por qué hacerlo solo. Tienes derecho a buscar ayuda y recibirla. También hay grupos de apoyo para seres queridos que hayan experimentado la misma pérdida que tú. Acércate y déjate acompañar en este duelo.
  • Date permiso de sentir dolor. Durante el tiempo juntos, ambos han desarrollado un afecto particular mutuo. Es normal echar de menos todo eso cuando ocurre la pérdida.
  • Valora los momentos juntos. Pasa tiempo de calidad con la persona, dile lo mucho que la quieres y demuéstraselo.
  • Trabaja el perdón y la culpa. Si hay algo pendiente entre tú y esa persona, es el momento perfecto para resolverlo. Platiquen serenamente lo que tengan que platicar y date permiso de soltarlo.
  • Documenta los momentos a su lado. Ya sea en fotos, video, textos o hasta cartas, construyan juntos las mejores memorias, a base de amor, risas, abrazos y agradecimiento. Podrás tenerlo para ti cuando quieras.

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Un nuevo significado

Aunque Carlos acudió conmigo a consulta por algo que no tenía que ver con el duelo que llegó a sentir por su paciente, era importante que trabajáramos este punto, el cual le dio herramientas para procesar lo relacionado con las pérdidas.

Sabemos la pasión que pones en tu trabajo como cuidador y lo mucho que te esfuerzas por el bienestar de tu adulto. Sin importar su diagnóstico, hay mucho que puedes hacer desde ahora para tu equilibrio emocional.

Pase lo que pase, estamos seguros de que tu adulto y tú se llevarán hermosos recuerdos de sus días juntos y lograrás darle un nuevo significado.

2 comentarios en “Despedirte de quien tanto cuidaste… hablemos del duelo anticipado”

  1. BUENAS NOCHES, SOY ELIZABETH HACE TRES AÑOS PERDI A MI PAPÁ, SE QUE ERA MUY VIEJITO Y QUE SE TENIA QUE MORIR..COMO YO LO HARE ALGUN MOMENTO Y TENDRE QUE DEJAR EL DOLOR A MI HIJO Y ESO TAMBIEN ME DUELE…PERO EL TIEMPO ES INEXORABLE…AHORA MAS QUE NUNCA
    A LA FECHA TODAVIA EXTRAÑO A MI PAPÁ…PIENSO QUE NO SUPE APROVECHAR EL TIEMPO…DURANTE

    1. Hola Elizabeth, gracias por escribirnos. Es una realidad de que extrañaremos a nuestros padres por el resto de nuestras vidas, nos han hecho quienes somos y nos han llenado de recuerdos y vivencias. Te abrazamos fuerte desde aquí y esperamos que nos acompañes y acompañarte en este recorrido. Un fuerte y cálido abrazo.

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