Como bien sabrás en tu experiencia como cuidador, muchos adultos mayores sufren de la imposibilidad de moverse por sus propios medios. Algunos necesitan de ayuda para desplazarse en sus casas, y otros, lamentablemente, deben pasar sus días en cama o en sillas de ruedas.
Sea cual sea la situación en la que viva tu familiar, esta condición de escasa movilidad puede generar muchos trastornos en su salud: desde problemas musculares y óseos, hasta lesiones en la piel por rozamiento y fricción, que pueden llegar a ser muy peligrosas.
En estas líneas hablaremos del cuidado de la piel del adulto postrado, y para ayudarte, te dejaremos algunos secretos de enfermería para evitar lesiones cutáneas que podrían desmejorar su salud y autoestima.
¿Por qué cuidar la piel de un paciente postrado?
Cuando tenemos bajo nuestra responsabilidad la atención de una persona mayor con escasa posibilidad de desplazarse por sí misma; necesitamos conocer técnicas apropiadas para mejorar su postura ya sea para alimentarlo, asearlo e, incluso, para evitar daños en su piel.
Mantener durante horas la misma posición no solo puede generar dolor en la estructura ósea, sino también la aparición de escaras o lesiones más profundas en la dermis del adulto, ocasionándole dolor y mucha incomodidad.
Las zonas del cuerpo más frecuentes para estas heridas suelen ser el sacro, los talones, los codos y las caderas. Se las conoce con el nombre de úlcera de presión o “escara” y es importante identificarlas para evitar debilitar la salud del anciano.
Riesgos a los que se expone la piel de un paciente encamado
- Enrojecimiento de la piel
- Miliaria
- Sarpullidos por calor
- Ampollas o protuberancias rojizas
- Dermatitis
- Comezón o sensación punzante
- Lesiones cutáneas
¿Qué son las ulceras por presión o escaras?
Su nombre hace referencia a una lesión grave donde el tejido está necrosado, es decir, muerto. Las escaras, también denominadas úlceras por presión, aparecen porque la piel de la persona postrada está en contacto directo y por mucho tiempo, con una superficie (ya sea la cama o la silla de ruedas).
Tanto tiempo en la misma posición disminuye la circulación sanguínea y, según la zona donde se produzca mayor presión es donde aparecerá este daño en la piel o los tejidos.
Así como afirma la Guía Mundial de Prevención y Tratamiento de las úlceras por presión, según la extensión del daño las úlceras por presión se categorizan en 4 estadios:
Estadio 1: La piel no está dañada, pero el enrojecimiento no se torna blanco al tocarla.
Estadio 2: El daño afecta a la epidermis, la dermis o a ambas. Aparece una abrasión o ampolla y la piel que la rodea puede estar enrojecida.
Estadio 3: El daño se extiende por todas las capas superficiales de la piel, del tejido graso, hacia el músculo e incluyendo a éste. La úlcera se hace profunda.
Estadio 4: El daño incluye la destrucción de todas las estructuras de tejido blando y de las estructuras óseas o articulares.
Consejos de enfermería para cuidar la piel del adulto
1. Entender que los ancianos son los más afectados
Si bien cualquier persona puede desarrollar una úlcera por presión; los adultos mayores encamados corren más riesgo porque su voluntad y energía es otra y, además, porque necesitan una asistencia de manera permanente.
2. Propiciar el alivio de la presión y el rozamiento
Re-posicionar y movilizar con frecuencia al paciente para cambiar su posición corporal y movilizar también las mantas que lo cubren. Lo recomendable es hacerlo cada 2 o 3 horas. Puede ayudarse con cojines y almohadas para favorecer la comodidad del paciente.
3. Utilizar una técnica adecuada
En caso de cambiar la posición de un paciente, se recomienda hacerlo de manera suave y delicada, nunca arrastrándolo porque puede provocar fricción y producir más lesiones. Lo mejor es levantar al paciente para cambiar su posición o rotarlo suavemente.
4. Procurar contar con la ayuda y recursos necesarios
Es importante utilizar colchones adecuados y equipos que reduzcan la presión en zonas específicas, por ejemplo almohadones livianos y de telas más suaves. Ropa de cama de ciertos materiales y ropa que no se adhiera ni genere pliegues en el cuerpo del paciente.
5. Aprender los principios básicos
Según la enfermera María Novoa, existen hábitos de cuidado básicos «que se pueden ir modificando según las necesidades», y cuentan con seis principios básicos: «higiene, limpieza, tonificación, hidratación, nutrición y protección».
6. Contar con productos cosméticos y de cuidado para diferentes momentos del día
Las necesidades de la piel son diferentes de acuerdo al horario en el que nos encontramos: durante los momentos diurnos la piel está alguna vez en agentes externos y las diferentes temperaturas. Mientras que en la noche, el organismo repara tejidos.
Existen cremas aptas para fortalecer la piel en cada momento, y así mantener la piel hidratada y bien nutrida.
7. Cambiar la ropa de cama con frecuencia
Extremar las medidas de higiene. Controlar que las sábanas y mantas están secas, limpias y, sobre todo, sin arrugas.
8. Mantener al paciente hidratado
No solo se debe cuidar la piel de manera externa, sino también de forma interna. Beber al menos 1,5 de agua al día le dará fuerza y tonicidad a su dermis, evitando la aparición de escaras.
Recuerda que el adulto mayor necesita de nuestra ayuda para poder movilizarse aún estando en situación de encamado. Las lesiones en la piel son 100% prevenibles, solo tenemos que estar atentos al tiempo que llevan en una misma postura y movilizarlos con frecuencia, tomando todos los recaudos mencionados.
Además, este cambio de posición puede ir acompañado de masajes con cremas hidratantes y con una conversación para distraer un poco su mente y hacerle más compañía.
Esperamos esta información haya sido de utilidad para ti como cuidador, y puedas seguir conociendo todos los contenidos útiles de Vida De Cuidador.