¿Te imaginas despertar por la mañana y tener problemas para levantarte por ti mismo? ¿Caminar y darte cuenta de que no lo haces al ritmo de antes? La movilidad es una facultad humana que solemos dar por hecho, pero que puede complicarse con el tiempo.
Muchos adultos mayores suelen tener problemas para moverse de una manera completamente autónoma. Quizá lo hayas notado en la persona que cuidas.
Sin embargo, esto no tiene por qué convertirse en una condena. Con voluntad y trabajo en equipo, tu adulto puede mantener su calidad de vida lo mejor posible.
Lo primero: ¿a qué se debe?
La inmovilidad forma parte de los cuadros que suele presentar una persona mayor debido a su edad. A esto se le conoce como ‘síndrome geriátrico’.
Otros de estos cuadros tienen que ver con la inestabilidad, la incontinencia urinaria y el deterioro cognitivo. Suelen ser frecuentes y afectar la calidad de vida de un adulto mayor, pero también son prevenibles.
En el caso de la inmovilidad, algunas de sus causas serían:
- Enfermedades osteoarticulares (artritis, artrosis, fracturas, problemas en los pies).
- Problemas cardiovasculares (ictus, cardiopatía, hipotensión ortostática, diabetes).
- Trastornos neuropsiquiátricos (demencia, Parkinson, depresión, Alzheimer).
- Fármacos (sedantes, opiáceos, neurolépticos, antidepresivos).
No atender la inmovilidad de una persona mayor puede ocasionarle mayor rigidez articular, debilidad muscular, incontinencia urinaria, estreñimiento, úlceras por presión, infecciones respiratorias, osteoporosis, deshidratación, desnutrición, aislamiento social y depresión.
Como puedes ver, la inmovilidad en tu adulto puede afectar su integridad física, pero también su bienestar emocional. Por eso, es importante centrarse en ambos frentes.
Desde lo físico
- Fisioterapia: Le será de gran ayuda a tu adulto, pues recibirá una atención especializada en su problema de salud. Pregunta al fisioterapeuta qué ejercicios pueden hacer en casa y cómo prevenir que la inmovilidad empeore.
- Ejercicio: Apóyense en un experto para determinar cuánta actividad puede hacer tu adulto, así como con qué frecuencia. Incluso, pueden hacerlo juntos y eso representaría un beneficio para ambos.
- Apoyo para trasladarse: Un especialista en la salud podría recomendar el uso ya sea de bastones, muletas, sillas de ruedas o andaderas. Incluso, ya hay bastones que cuentan con una base que puede utilizarse como silla, en caso de que tu adulto se canse y necesite tomarse un descanso.
- Protección adicional: Readaptar los muebles del hogar puede ser de mucha utilidad. Quizá puedan colocar ciertos pasamanos, barras de agarre, postes y barandales que le permitan moverse lo más que pueda, así como espacios despegados e iluminados que le den seguridad.
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Desde lo emocional
- Escúchalo: La movilidad es algo vital para cualquier persona. Y comenzar a perderla puede ser un duro golpe para tu adulto. Atiende sus palabras y escúchalo con mucha empatía. Si tu paciente está de acuerdo, quizá puedan acercarse con un psicoterapeuta. Muchos atienden de manera virtual, aunque también podría servir mucho que la persona acuda físicamente, pues eso le permite salir de la rutina de estar en casa y le proporciona distracción.
- Mantén activas sus redes de apoyo: La familia y los amigos siempre son bienvenidos. Si la movilidad es un problema, por fortuna la tecnología ya permite enlaces por video. Pero en la medida de lo posible, nada como verse en persona e interactuar. Si tu adulto requiere de una silla y les resulta complicado trasladarlo, ya existen muchos servicios de transporte particular que cuentan con dispositivos especiales.
- Diviértanse juntos: Existen muchos juegos que pueden promover la mayor movilidad de tu paciente, como interactuar con una pelota o un globo, dibujar e incluso los videojuegos activos (los cuales cuentan con sensores de movimiento y pueden ser un interesante mundo por descubrir para tu adulto). Si la inmovilidad está afectando los dedos, pueden probar con ejercicios de motricidad fina, como atar agujetas, papiroflexia o jugar con cierres. Si el cuerpo se lo permite, incluso pueden bailar. Dale un calzado cómodo y seguro, toca su música favorita y muévanse como quieran. Si está en una silla de ruedas, puedes tomar sus manos y moverlas o incluso la silla completa. Esto le dará mucha distracción y, por supuesto, reforzará el lazo afectivo que tiene contigo.
Para ti como cuidador
Recuerda siempre:
- Cuidarte: Si tu adulto tiene problemas para levantarse por la mañana y necesitas cargarlo, sabemos que hacerlo puede afectar tu cuerpo. Por eso, es importante saber cuál es la postura correcta para lograrlo. Un fisioterapeuta puede ayudarte con eso.
- Informarte: ¿Qué enfermedad padece tu adulto?, ¿es progresiva?, ¿qué puede y qué no puede hacer?, ¿afecta su estado de ánimo? Todas estas preguntas son punto de partida para saber los posibles escenarios y ser el cuidador que necesita tu paciente. El trabajo en equipo es la clave.
- Apoyarte: En este espacio, siempre hemos insistido en lo fundamental que es tomarte un tiempo para ti. No tienes por qué llevar las riendas de todo. Apóyate en otros y capacítalos si es necesario. Acepta cualquier tipo de ayuda, por mínima que sea. Y aprovecha ese tiempo para salir, distraerte, ver a tus seres queridos, hacer ejercicio, ver una película o cualquier otra cosa que te permita entretenerte. Tú también tienes derecho a consentirte.
Seguir moviendo el mundo
Los adultos pueden tener problemas de movilidad. Quizá más que nunca. Pero eso no significa que terminen aislados del entorno.
Sabemos que la inmovilidad es parte de los cuadros que suelen presentarse en el síndrome geriátrico. Justo por eso, estar informados y prevenidos es la mejor manera de enfrentar esta situación.
Para lograrlo, tu paciente sabe que puede apoyarse en ti. No solo para levantarlo o apoyarlo cuando lo necesite, sino también para recordarle lo valiosa que es su presencia en la familia.
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