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¿Cómo elegir al cuidador ideal para un adulto mayor?

Muchas veces tenemos que entender que no somos “todopoderosos” y que necesitamos ayuda para poder cuidar bien de nuestro ser querido. No es malo acudir por auxilio cuando sentimos que ya estamos desbordados o cuando notamos que nuestro familiar anhela un momento con otras personas.

Contar con ayuda extra puede aliviar mucho la tarea de cuidar al adulto mayor, especialmente si somos los únicos que cumplimos ese rol. Elegir a la persona indicada para que asista al anciano puede ayudarnos en la atención de todas aquellas funciones que no alcanzamos a abarcar cuando nos ocupamos tiempo completo de nuestro familiar.

Además, necesitamos descansar y de recuperar energía. Aprender a delegar responsabilidades en una persona de confianza es una manera de cuidarnos, ya que esos momentos con nosotros mismos sintiendo que el anciano está en buenas manos, nos permitirá relajarnos y luego volver a su lado con mejor entusiasmo y más atentos.

Definir con claridad qué necesidades tenemos  

Antes de buscar a un buen cuidador tenemos que hacer un repaso por las necesidades del anciano. Quien nos eche una mano en la tarea de asistir a nuestro ser querido debe conocer qué capacidades aún conserva el adulto mayor, así como también, qué le gusta hacer, comer y disfrutar.

En esta lista podemos incluir desde las habilidades que todavía mantiene el adulto mayor, su grado de dependencia, sus preferencias a la hora de alimentarse, su carácter, su relación con las demás personas. Pero, también, si necesitamos que se ocupe de la higiene personal del anciano o de cocinar, o que sea fuerte para poder mover al anciano.

Si bien, estamos con nuestro ser querido tiempo completo, el cuidador que elijamos debe tener en claro el número de horas que estará asistiendo al anciano, así como cuántos días a la semana y si será en turno noche o solo de día.

Todo esto tiene que estar incluido en ese repaso de necesidades, porque es una forma de planificar nuestra tarea y la de la persona que nos colabore. Además, beneficiará al adulto mayor, ya que, mientras más organizada sea la búsqueda de un cuidador ideal, mejor atendido estará y eso nos permitirá descansar en los momentos que otra persona lo asiste.

 Motivos para buscar un cuidador

Estar al servicio de nuestro ser querido es uno de los gestos más lindos que una persona puede tener. Compartir momento con ellos, hacerles compañía, escuchar sus historias ¡no tiene precio! Pero, también necesitamos cuidarnos a nosotros mismos y tener un momento de pausa  para cargar energías y retomar la tarea más atentos.

El anciano también necesita descansar un poco de nosotros, porque somos seres sociales y durante toda su vida estuvo rodeado de muchas personas. Entonces, poder contar historias, escuchar otra voz, compartir lecturas, bailes o, simplemente escuchar música con un cuidador que se adecúe a sus necesidades, favorecerá a su autoestima y mejorará su estado de ánimo.

Además, un buen cuidador puede colaborarnos en la planificación de la rutina de la persona dependiente: organizar horarios de paseos, toma de medicamentos, tareas administrativas y visitas al médico. Sin dudas, elegir la persona indicada traerá grandes beneficios para nosotros, para el anciano y para todo el grupo familiar.

Tareas del cuidador

  • Apoya en las tareas domésticas vinculadas con el adulto mayor
  • Se encarga de la alimentación, en función del grado de dependencia de la persona
  • Acompaña al anciano en tareas sociales
  • Supervisa la toma de medicamentos
  • Higieniza a la persona en situación de dependencia
  • Colabora en la comunicación en aquellos casos en los que al adulto mayor le resulta difícil expresarse

Cualidades de un buen cuidador

 

  • Capacidad de comprender al adulto mayor y responder a sus necesidades

Un buen cuidador tiene la habilidad de poder observar con atención todo aquello que ocurre alrededor del anciano y así poder anticipar lo que éste necesite. En caso de incomodidad o de correr algún riesgo, el cuidador estará atento para asistirlo lo mejor posible.

  • Tener un carácter amable, paciente y alegre

La mente positiva es la clave de un buen estado de salud. Un cuidador que habla pausado, claro y con gesto amable y, además, es positivo y alegre; contagia este estado al adulto mayor y conecta mejor con él.

  • Empatía  y vocación

Un buen cuidador tiene la capacidad de ponerse en los zapatos del anciano, pero también de su familia. Por ello, respeta los espacios, cumple sus funciones y comprende la realidad que lo rodea volcando toda su experiencia.

  • Ser muy responsable

El cuidado de un adulto mayor merece toda la atención y un alto nivel de responsabilidad y compromiso. Quien asuma esa tarea tiene que ser tan dedicado como sea posible, ya que tendrá en sus manos a uno de los seres más importantes de la familia.

  • Ser comunicativo, simpático y con habilidades sociales

Sonreír, mirar a los ojos, disfrutar de una tarde de sol en el parque… un buen cuidador sabrá atender a los detalles para asegurar que el anciano se sienta a gusto.

  • Tener la habilidad de escuchar y ser servicial

Muchas veces lo que más necesita una persona mayor es ser escuchado, que su voz se tenga en cuenta y que, aquello indispensable que necesite, alguien lo pueda cubrir. Es, más que nada, considerar al adulto mayor, valorarlos y hacerlo sentir importante.

  • Mostrar interés y comprensión

Deberá ser una persona inquieta, atenta y capaz de asistir al anciano dependiente con mucho cariño y buena predisposición.

  • Cuidar sus propias emociones

Que sepa controlar sus emociones para evitar el estrés y saber cuidar de sí mismo para poder llevar adelante su tarea con buena energía.

  • Amar su trabajo

Sobre todo, es importante que disfrute pasar tiempo con personas mayores, sepa reconocer las necesidades del anciano que tendrá a su cargo y actuar con inmediatez.

Elegir a un buen cuidador es una tarea de planificación que necesita toda nuestra atención, ya que vamos a confiarle lo más valioso que tenemos. Por eso, es importante que quien cumpla las funciones de asistir a nuestro familiar reúna las condiciones que necesitamos, pero que también prefiere la persona dependiente

 

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