La película ‘Intensa-mente’ (‘Inside Out’, de Disney – Pixar) me parece una de las grandes joyas del cine animado. Es una cinta que suelo recomendar a mis pacientes.
El objetivo es que, al ver la cinta, reconoce sus propias emociones y se den cuenta de todas sus necesidades : desde la Furia hasta el Temor y el Desagrado, pasando por la Tristeza y, evidentemente, la Alegría.
Otra emoción, por ejemplo, es la culpa. Como cuidador, ¿ha llegado a sentirla? Sigue leyendo.
El universo de las emociones ¿Qué es la culpa?
La culpa se define como la responsabilidad de una acción o un suceso relativo a una falta más o menos grave, cometa a sabiendas o voluntariamente.
En mi consultorio, tengo figuras de los personajes que protagonizan ‘Intensa-mente’. Una vez que el paciente ya vio la película, la habitación cada una y el pido recordar algún momento de su vida en el cual experimentó esa emoción, diciendo «Sentí tristeza cuando …»
Pero también hay situaciones en la vida que son una mezcla de varias emociones : al terminar la universidad, hay alegría por culminar este logro, pero también también tristeza por el fin de una etapa de la vida, y hasta temor por saber qué pasará ahora que comienza la vida laboral.
La culpa es justamente una combinación de emociones: puede haber tristeza, pero también un poco de temor, algo de desagrado y definitivamente mucha furia .
Tipos de culpa
La psicóloga canadiense Michelle Larivey distingue dos tipos de culpa:
- Culpa sana: Actuar en contra de los propios valores. Implica asumir la responsabilidad del cometa e intentar reparar el daño (por ejemplo, llegar tarde a una cena, pero disculpar o avisar e incluso ofrecer a pagar la cuenta).
- Culpa insana (o de disimulo): Disfrazar lo sucedido para hacerlo más aceptable a los demás o para sí mismo. En este caso, se evita asumir la responsabilidad del acto y minimizar el impacto (por ejemplo, llegar tarde a esa misma cena, pero justificando de mala gana señalado al tráfico, a la distancia o al trabajo).
Lo más importante es reconocer que todas estas emociones existen para algo.
Experimentar una es reconocer la existencia de la otra. Por ejemplo, si hay alegría es porque existe la tristeza, y al revés.
Como cuidador, ¿en qué situaciones podrías sentir culpa?
- Por no sentirte a la altura del desafío de cuidar de alguien.
- cuando tienes que pedir ayuda.
- Si debes contratar a otra persona para cuidar de la persona.
- Cuando crees que no cuidas del paciente como crees que debe ser.
- Al tomar un tiempo para ti y disfrutarlo.
- Si sucede un accidente con tu adulto y no haberlo evitado.
- Si no te sientes un cuidador lo suficientemente bueno.
- Cuando ves que tu paciente no evoluciona o está enojado y crees que tú eres el responsable.
- Al no desear ser el cuidador de esa persona (peor aún si es un ser querido).
¿Cómo gestionar la culpa?
- Reconociéndola. «¿Por qué la estoy experimentando?». Si eso que estás sintiendo es culpa, no la niegues. Abrázala y reconoce que algo te está queriendo decir. Identifica si es una culpa sana o insana.
- Poniéndola en su justa dimensión. «¿Seré la única persona que lo siente?». La culpa es una emoción completamente normal y hasta esperable en algunos cuidadores. No eres ni la primera persona ni la última que se siente rebasada ante un reto tan grande. Lo hemos insistido siempre en este espacio:
No necesitamos superhéroes, necesitamos seres humanos que equilibren su vida entre cuidar a un ser querido y al mismo tiempo cuidarse a sí mismos .
- Transformandola. «¿Qué puedo hacer para cambiar la situación?». Asumir la responsabilidad y reparar el daño. Por ejemplo, si tu adulto te pide que lleve algo y notó que lo hiciste de mala gana, tal vez puedas acercarte y ofrecerle una disculpa. Si tropezó con un objeto, bien puedes cambiarlo de lugar. Algo tan sencillo hace la diferencia. Todos podemos equivocarnos, pero también todos podemos reparar el daño.
- Viéndola más allá. «¿Qué me ha llegado a enseñar esta culpa?» A lo mejor te está diciendo que puedes aprender más sobre la enfermedad de tu paciente o cómo prevenir otros años. Eso es algo que sí puedes transformar. El mero hecho de estar leyendo este texto significa que tienes un interés genuino por ser un mejor cuidador. ¿Notas cómo puedes transformar la culpa y poder ver más allá de ella?
¿Sabes que es la generación sándwich? Puede que la estés viviendo. Te contamos de qué trata.
La culpa también existe para algo
Dicen que ‘La culpa busca el castigo’; es decir, quien llega a experimentar esta emoción puede a veces convertirse en su peor juez.
Recuerda: la culpa, como todas las otras emociones, existe para algo (y no exactamente para castigarte). Si te permite verlo de otra manera, incluso puede ser una gran maestra, que viene a enseñar lo que puedes cambiar: ¿ser más paciente ?, ¿aprender más sobre la responsabilidad ?, ¿qué caso a quién te insisten en tomar un merecido descanso ?
Eres un gran cuidador y mereces vivir activamente. Tu trabajo es valioso y tú debes ser el primero en reconocerlo.