El tiempo no perdona a nadie. Pareciera que pasa ante nuestros ojos tan rápido que no nos damos cuenta. Ayer, por ejemplo, nuestros padres eran esos superhéroes que tenían una solución para todo. Y ahora, nos debatimos entre si contratarle o no a un cuidador.
Y es que las necesidades de salud de algunas personas cambian cuando llegan a la adultez mayor. Tal vez antes gozaban de una independencia plena, mientras que ahora requieren de la asistencia de los demás.
La familia entonces podría atravesar el dilema de quién de sus integrantes contaría con el tiempo y la dedicación de cuidar a ese adulto con el mejor de sus esfuerzos. Pero si las condiciones son más complicadas, tal vez la idea de contratar a alguien pueda ser considerada, pero ¿de qué depende?
Lo que debes saber antes de decidir si hacer un contrato con un cuidador
Algunos de nuestros adultos mayores llegan a padecer problemas de salud que, para evitar daños mayores, requieren del acompañamiento y la asistencia de otra persona.
Sin embargo, a veces ocurre que la asistencia que demanda el adulto requiere de cuidados especializados, o quizá algunos familiares encuentran imposible la labor de atender las necesidades de ese adulto, pero por otro lado, se sienten culpables si no ayudan.
¿Qué hacer entonces? Antes de decidir podrías responder a las siguientes preguntas:
Estoy pensando contratar o no a un cuidador de ancianos:
- ¿Qué opina el médico?
- ¿Qué opina la familia?
- Por supuesto, ¿qué opina el paciente?
- ¿De qué enfermedad se trata y qué cuidados requiere?
- ¿Qué necesidades, más allá de las médicas, demanda el paciente?
Claramente, todo esto representa otra transformación en las dinámicas relacionadas con el adulto mayor. Sin importar si necesita o no a un cuidador profesional, tal vez su nueva vida implica mudarse con alguno de sus hijos o a algún sitio especializado para gente de la tercera edad. Esto podría generar en él una amplia sensación de incomodidad.
El primer paso siempre será preguntarse exactamente cuál es el padecimiento y estatus médico, así como las necesidades que el paciente requiere.
Por ejemplo, no es lo mismo que un adulto requiera de cuidados porque fue recién operado, a un caso de Alzheimer en su fase etapa más grave. Tampoco es lo mismo un familiar que se está recuperando de un brazo enyesado, que un paciente con Párkinson al que deben llevar al baño.
Es decir, cada caso es único y las preguntas fundamentales para contratar o no a un cuidador pueden girar en torno a lo siguiente:
- ¿Cuáles son las necesidades del paciente?
- De esas necesidades, ¿cuáles requieren del cuidado de otra persona?
- Para las que requieren del cuidado de otra persona, ¿existe alguien en la familia que pueda hacerse cargo?
- Si existe ese alguien, ¿cuenta con los conocimientos y la energía necesarios para ello?
Evalúen las respuestas en familia y tomen la decisión que consideren prudente. Consideren algunas variables: por ejemplo, piensen si la personalidad del adulto mayor y la de su cuidador podrían hacer química, o si el familiar que se quede a ayudar puede cargar al paciente.
El siguiente paso es una serie de recomendaciones según la decisión que se haya tomado. Apunta:
Si se decide que SÍ van a contratar a un cuidador
- Comunicarse. Háganle saber al adulto lo que está ocurriendo y expongan las razones. Si es en un hogar de asistencia, pueden llevarlo y que conozca el lugar. Ojo: no puede tomarse ninguna decisión sin su permiso.
- Informarse. Muchos países cuentan con organizaciones locales de cuidadores profesionales que saben cómo actuar según la situación. Acérquense a la que deseen y hagan todas las preguntas necesarias: pagos, horarios, seguro médico, firma de algún contrato, funciones, experiencia en atender casos como el de tu adulto…
- Entrevistar al cuidador. De preferencia, que la entrevista sea en el lugar donde trabajará y también hagan todas las preguntas que deseen. Que el adulto a cuidar también esté presente y exponga sus dudas, para que luego dé sus impresiones sobre el entrevistado. Su opinión es la más importante. Pueden ponerlo a prueba unas semanas y ver cómo se acomodan ambos.
¿Sabes cómo afecta el síndrome de inmovilidad al adulto mayor? Te lo contamos en este artículo.
Si se decide que NO van a contratar a un cuidador
- Comunicarse. Mismo caso que en el anterior. Hay que hacer saber al enfermo lo que está ocurriendo y la decisión que se estaría tomando, por supuesto, con su autorización.
- Informarse. Sean claros en las funciones que desempeñaría el cuidador. Háganle saber las condiciones del enfermo y sus necesidades.
- Entrenar al cuidador. Al tratarse de un cuidador no profesional, sin duda esta persona necesitará de todo su apoyo. Lo que sepa hacer, bienvenido. Lo que no, enséñenle.
Elijas lo que elijas, el objetivo final será el de cuidar de tu familiar
Ya sea con el apoyo de cuidadores o entre familiares, el adulto mayor podría estar pasando un momento difícil que, gracias a esta ayuda, quizá le resultaría más llevadero.
Lo más importante de todo es que exista la suficiente comunicación entre familiares, cuidadores, médicos y paciente para estudiar el caso en específico y tomar una decisión en conjunto.
¿Qué te parece? ¿Te has enfrentado a este dilema? ¿Cómo lo resolvieron? Y por supuesto, ¿consideras que tomaron la mejor decisión?