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Aprende a decir que NO y a poner límites

No todo es decir que SÍ, ¿o sí?” es algo que he planteado a ciertos pacientes que tienen problemas para poner límites a otras personas. Dicha pregunta está hecha para que la persona, quizá por primera vez en mucho tiempo, diga finalmente “No”.

Y una vez que lo hacen, les hago ver cómo el haberlo dicho no impidió el ciclo natural de la vida, pero al mismo tiempo sí fue un gran cambio a nivel interno. Llevemos todo esto al mundo del cuidado de pacientes.

En muchas ocasiones, el cuidador llega a tomar responsabilidades respecto al adulto enfermo porque no sabe cómo poner límites y decir que no.

¿Cuántas veces no pudiste salir a distraerte por quedarte a cuidar a tu paciente? ¿Cuántas películas te has perdido en el cine?, ¿cuántas salidas con amigos?, ¿cuántas citas románticas?, ¿cuántas horas de merecido descanso?…

¿Por qué a veces es tan difícil decir que no?

Existen diversas causas personales, psicológicas, sociales y hasta culturales que nos impedirían a veces decir abiertamente que no queremos hacer algo:

  • Aprobación externa.
  • Culturalmente nos han enseñado a servir siempre a los demás.
  • Dejar de pertenecer a un grupo.
  • Desconfianza en sí mismos.
  • Evadir una culpa.
  • Evitar un conflicto.
  • Miedo al rechazo.
  • Nos enseñaron que decir No es algo malo.
  • Temor a defraudar a los demás.

Las consecuencias de siempre decir que sí podrían generar más problemas para la persona en general y el cuidador en particular:

  • Cansancio.
  • Frustración.
  • Inseguridad.
  • Más estrés.
  • Menor control de la propia vida.
  • Menos atención a las actividades cotidianas.
  • Menos vida personal.

Suelo decir en terapia: “Por cada que dices NO a los demás, te estás diciendo que SÍ a ti”.

Entonces, ¿cómo decir que no y salvarte a ti mismo para estar bien contigo y con todos? Toma en cuenta las siguientes recomendaciones.

¿Cómo decir que no y poner límites?

Lo primero: siempre habla con la verdad

Decir que no es el principio de aprender a marcar límites. Siempre serán mejores si se plantean desde la honestidad. No tienes por qué profundizar en detalles ni ser ofensivo, pero sí en un ambiente claro y directo. La recompensa será retomar el control de tu vida.

Se vale apoyarse en los demás

Es un punto que suele preocupar mucho a los cuidadores. “Si no lo hago yo, ¿quién más?”. Acepta toda la ayuda posible, por pequeña que sea. Si alguien se ofrece a cuidar a tu paciente por media hora o una hora, tómalo y aprovecha para dormir, una caminata, leer, distraerte, una llamada, comprarte algo…

Ahora, si nadie más puede cuidar a tu adulto como lo haces tú, capacita a más personas. Enseña cómo lo haces y poco a poco podrás ir delegando funciones.

La importancia de la planeación

Un buen límite puede plantearse con un poco de organización. Es decir, si dentro de dos meses ya sabes que un fin de semana no podrás cuidar de tu adulto debido a un evento personal o con amigos, organízate con el resto de la familia para que vean qué se hará en esa fecha. Conforme se vaya acercando, sigue lanzando avisos y deja todo lo más armado posible para que puedas irte con la mayor tranquilidad.

Agrega una sensación positiva y una propuesta

Puede ir antes de poner el límite. Por ejemplo:

  • “Me encantaría cuidar a mi padre este fin de semana, pero ya les había comentado que prometí a mis hijos llevarlos al cine”.
  • “Yo puedo cuidarlo, sólo que primero debo hacer X cosa”.
  • Creo que ese medicamento le será muy útil. Mi cooperación es X cantidad”.
  • “Se me complica atenderlo los martes, pero cuenten conmigo los jueves”.
  • “Yo puedo quedarme el domingo, pero alguien más debe llevarlo a su cita médica”.

¿Te fijas? Son límites donde decimos que no, hablamos con la verdad, y al mismo tiempo somos amables y propositivos.

Lo más importante: da tiempo a que la persona procese el límite que acabas de ponerle

Eso ocurre muy seguido: el paciente por fin reúne todo lo necesario para decir que NO y mantenerse en su postura, y justo ahí le da la impresión de que empeoró las cosas. Se debe a que la persona que solía tener poder sobre ti acaba de darse cuenta que lo está perdiendo.

No pierdas de vista lo siguiente: puede que se molesten contigo, te hagan sentir culpable e incluso tomen distancia. Dales tiempo porque también es un duelo para ellos.

Las bondades de decir que NO

Desechar lo que no se quiere y centrarse en lo que sí es un desafío para cualquier persona, sobre todo porque culturalmente se nos ha enseñado a ser así. De ahí que a veces resulte complicado decir que no.

Al tratarse de cuidadores, saber decir que no es una especie de superpoder que sabrá utilizarse en el momento indicado. Recuérdalo siempre: “Por cada que dices NO a los demás, te estás diciendo que SÍ a ti”.

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