Como cuidador, te consta que estar a la altura de los requerimientos de una persona que te necesita representa un gran reto. Ahora, ¿qué pasaría si lo multiplicaras por dos?
Pues esa es una realidad para muchas personas, que están tanto al cuidado de sus padres como de sus hijos.
Se les conoce como miembros de la llamada ‘Generación sándwich’. Son esas personas que, por su edad, ya cuentan con padres que son adultos mayores, y al mismo tiempo tienen hijos que son pequeños.
El dilema del cuidador «dividido»
La generación sándwich es el resultado de un fenómeno interesante. Con los avances de la medicina, la esperanza de vida se ha ido ampliando cada vez más. A esto también se agrega que muchas personas deciden tener hijos pasados los 30 años de edad.
Es así como, eso daría como resultado que algunas personas que rondan entre los 30 y los 50 años, en algún momento de su vida, se vean dentro del dilema de cuidar de sus hijos pequeños o atender las necesidades de sus padres adultos mayores.
Tanto tus padres como esos pequeños representan un lazo afectivo único. Y si ambos te necesitan, ¿qué hacer?
El primer paso es identificar las sensaciones y emociones que estás experimentando por tener que enfrentarte este dilema. Y algunas pueden ser:
- Estrés. Sin duda, quizá sea la primera de estas sensaciones. Tener que enfrentar una situación en la que ambas partes requieren (y merecen) tu atención es algo que, de primera impresión, abrumaría a cualquiera.
- Negación. En el caso de los padres, es duro darse cuenta de que ya no son esos enormes robles que podían hacerlo todo. Ahora, quizá se han convertido en personas a las que les toma mucho más tiempo y trabajo realizar alguna tarea sencilla, como cocinar o salir de casa. Acepta la nueva condición de tus padres y reconoce que puedes ayudarlos.
- Culpa. Algunas personas con hijos pequeños pueden llegar a sentir que, si se dedican de lleno al cuidado de sus padres, podrían estar descuidando a sus niños y estando ausentes en momentos clave para su formación. Y al mismo tiempo, si se dedican por completo a los niños, quizá se sientan mal por no estar para sus padres, sobre todo ahora que han llegado a una edad en la que los necesitan.
Por supuesto, este dilema afecta la relación que el cuidador tiene con sus hijos pequeños y con sus padres adultos mayores. Pero también repercute en el resto de los involucrados: la pareja, los hermanos, el dinero, el tiempo…
¿Qué hacer?
Por fortuna, hasta en una situación así de complicada, tiene maneras sanas de resolverse. Toma nota:
- Busca ayuda. Reconoce que este dilema es una situación difícil que quizá te esté rebasando. Identifica estas sensaciones de estrés, negación y culpa, y acude con algún profesional de la salud mental que pueda darte la contención necesaria para enfrentar el problema. Recuerda: pedir ayuda es un acto de amor.
- Organízate. Convoca a las personas involucradas en el dilema (pareja, hermanos, suegros…) y comienza por explicar la situación y las necesidades tanto de los pequeños como de los mayores.
- Convérsalo. Al principio habrá resistencias porque todos los involucrados tendrían que hacer ajustes en sus vidas. Algunos con su tiempo, otros con su dinero, pero podrán repartirse las tareas que cada uno hará y ponerlas por escrito. Tenlo presente: La idea es negociar, no discutir.
- Aprovecha las opciones. Investiga si en el lugar donde vives existen programas de apoyo o centros culturales para adultos mayores. Algunos países incluso ofrecen talleres y excursiones especializadas. Tal vez puedan servirte. Y en el caso de los pequeños, también hay escuelas que ofrecen tiempos extendidos, donde los niños comen, hacen tareas y conviven.
Existen varias posibilidades que pueden surgir a través de buscar una solución
- Evalúa qué es mejor para todos. Considera las mejores opciones para ambas partes. Tanto tus padres como tus niños podrían ser más independientes de lo que crees.
- Combina las atenciones. En muchas empresas, hay días en los que los empleados pueden llevar a sus hijos al trabajo o incluso les ofrecen descuentos y viajes especializados. Adelante. Así, no te ausentas del trabajo y, al mismo tiempo, estás con tu hijo. En el caso de tus padres, según su estado de salud y la edad de tu hijo, pueden acompañarte.
- Inculca valores. Puedes involucrar a tu niño y enseñarle el valor de la solidaridad. Hay muchos juegos, dinámicas y pasatiempos que tanto sus padres como tus hijos pueden hacer juntos con tu supervisión. Disfrútalo.
- Desarrolla la empatía. Aunque tus hijos sean pequeños, se dan cuenta de todo. Y pueden ser más empáticos de lo que crees. Habla con tu pequeño y explícale la situación. Quizá necesites dejarlo con algún familiar por algunas horas en lo que llevas a tus padres a alguna cita médica. Habla con tu niño y hazle ver lo mucho que te podría ayudar con solo cooperar. Te podría sorprender la calidad humana que, siendo tan pequeño, ya ha desarrollado. También puede aplicar para tus padres, en caso de que debas ausentarte unas horas para inscribir a tu hijo a alguna actividad que te permitirá contar con más tiempo. Solo recuerda siempre las palabras mágicas: “Por favor”, “Perdón” y “Gracias”.
¿Qué hacer si tu adulto se ve retraído? La animación sociocultural puede servir. Aquí te contamos de qué trata.
Cuidar con amor
Es cierto que la generación sándwich enfrenta profundos desafíos en cuanto a tiempo, calidad y dedicación, por no saber exactamente cómo repartirse entre los padres adultos y los hijos pequeños.
Por lo tanto, este dilema puede ocasionar que los sentimientos personales tal vez jueguen en contra, por no saber si se está haciendo lo correcto o si tal vez las personas puedan arrepentirse después por alguna decisión tomada.
Recuerda que, como sea que hayas decidido repartirte, lo más importante es tomar decisiones conscientes y, sobre todo, saber estar para ambas partes, con la mayor entrega posible. Tanto tus padres como tus niños te lo agradecerán.