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Calor y frío: dos extremos peligrosos en la salud de tu adulto

Tú sabes perfectamente que cuidar a un adulto mayor va mucho más allá de proporcionarle sus medicamentos o llevarlo al médico. También es darle una vida de calidad y protegerlo de los cambios en el entorno. El clima podría ser un claro ejemplo.

Factores como deshidratación, golpe de calor, salir sin abrigo o las complicaciones de una gripe son contrastes de temperatura que pueden afectar la salud de tu adulto.

Por eso es tan importante saber cómo cuidar a tu adulto ante estos extremos que puede haber en el entorno. A continuación, te explicamos cómo hacerlo.

El clima y tu adulto

El ambiente nos afecta. Salir a la calle sin las precauciones necesarias puede tener algunas consecuencias. Lo que ocurre con el clima es que esos efectos no siempre se notan inmediatamente.

En muchas ocasiones, los primeros síntomas de haberse expuesto a una temperatura extrema podrían ser visibles después de algunos días.

El cuerpo de tu paciente es mucho más vulnerable debido a su edad y condición física en general. Por eso, un clima extremo puede afectarlo más de lo que podría parecer.

Cuando hace frío…

  • Hay un efecto directo en la salud de tu adulto, con hipotermias y escalofríos. Además, podría haber una mayor debilidad en los huesos.
  • Hay cambios en el organismo debido a la disminución de las defensas, por lo cual pueden aparecer desde una gripe hasta bronquitis o neumonía.
  • Se agravan las enfermedades crónicas (sobre todo cardiacas y respiratorias), pues la capacidad funcional respiratoria y cardiaca de los adultos mayores es más reducida.
  • Los músculos se contraen, por lo que el cuerpo sufre un descenso térmico, lo cual aumentaría las probabilidades de sufrir una contractura o dolor muscular.
  • Aumentan las necesidades calóricas y, por tanto, el consumo de alimentos, lo que puede provocar problemas en el peso.

Cuando hace calor…

  • Suele aparecer un dolor de cabeza, lo cual puede provocar en tu adulto una sensación de mareo que facilitaría alguna caída.
  • En el caso de pacientes con alguna enfermedad como demencia o deterioro cognitivo, puede ocurrir que no recuerden cuándo beber agua, lo que podría desembocar en una deshidratación profunda.
  • La deshidratación podría afectar a adultos mayores con enfermedades como diabetes, hipertensión o colesterol alto.
  • Se afecta al ciclo de sueño, se dificulta el descanso y aumenta la fatiga.

Recomendaciones

Recuerda que los mecanismos de respuesta a las temperaturas extremas no difieren mucho entre personas jóvenes y adultos mayores. Sin embargo, la gran diferencia es que, en el caso de los mayores, la capacidad de termorregulación es mucho más lenta, lo cual los hace más susceptibles.

En caso de frío…

  • Abrigarse bien. Para adultos mayores, se recomiendan utilizar prendas sueltas, ligeras, calientes e impermeables que no sean apretadas, para facilitar la circulación.
  • Cubrir las partes más importantes por donde suele sentirse el frío. Es decir cabeza, manos y pies. Para ello, usar guantes, gorras, bufandas y calcetines de lana. Los zapatos deben ser cómodos, resistentes al agua y de suela antideslizante.
  • Activar la circulación. El ejercicio siempre ese bienvenido. Ayuda a tu adulto con ejercicios en los que utilice sus brazos y piernas.
  • Alimentación constante y controlada. Se recomiendan comidas frecuentes y en pequeñas cantidades. Durante el día y para la cena, puedes darle una taza de alguna bebida caliente.

En caso de calor…

  • Hidratación, la clave. No ingerir la suficiente agua se asocia con un aumento en las tasas de mortalidad entre los pacientes mayores hospitalizados. También la piel puede lucir seca, así que también será necesario el uso de crema y bloqueador para salir.
  • Bienvenida la variedad. Ofrece a tu adulto una amplia gama de bebidas para estimular su consumo (limonada, té helado, jugos o agua de frutas, entre otras). Los líquidos deben estar en lugares accesibles y visibles a cualquier hora del día.
  • Las prendas perfectas. Es ideal la ropa de colores claros y tejidos finos y vaporosos. Siempre es mejor no exponerse directamente al sol y evitar los esfuerzos físicos, así como darse un baño o utilizar algún paño fresco.
  • Una cena ligera facilita la digestión y favorece el sueño. Para no alterar el momento de dormir se recomienda comer algo fresco, como una ensalada.

En ambos casos…

  • Evitar el aislamiento. Sin importar si es por frío o por calor, tu adulto no tiene por qué estar encerrado. Necesita llevar una vida activa y salir, ya sea a practicar ejercicio, visitar a sus seres queridos o simplemente distraerse.
  • Más vale prevenir. Nunca sobra monitorear el estado del tiempo y prepararse por si ocurre un cambio en la temperatura. El hogar de tu adulto puede equiparse con aire acondicionado, ventiladores y calefactores (por supuesto, mucho cuidado con la utilización de estos dispositivos para prevenir accidentes). Para una sensación cómoda, la temperatura esperada podría ser de entre 20 y 25 grados centígrados (entre 68 y 77 Farenheit).
  • No exagerar. Tu adulto merece el mejor cuidado y, mientras más prevenidos, mejor. Sin embargo, eso no significa que debas saturarlo de abrigos o exponerlo demasiado a un ambiente fresco. Escucha cómo se siente y te servirá de referencia.

Evita la resequedad en la piel del anciano en este artículo te damos los mejores tips

 

Protección ante cualquier temperatura

La calidad de vida de tu adulto mayor puede verse en problemas si no se cuenta con una adecuada protección ante los cambios extremos en la temperatura.

El primer paso es saber identificarlos y conocer de qué manera podrían afectar a tu paciente pues, como te mostramos, tanto frío como calor tienen sus respectivas consecuencias.

Con el correcto manejo y siempre de tu mano, sabemos que tu adulto contará con la mejor protección ante cualquier temperatura.

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